sábado, 30 de noviembre de 2013

LA MASONERÍA Y EL MASÓN

“Las contradicciones no pueden existir”
Axioma de lógica
                                          
Antes de entrar en el profundo estudio de temas abstractos y misterios trascendentes, antes de conocer y adquirir los grados de conocimiento que la masonería da o reconoce a sus adeptos, el iniciado masón debe conocer con certeza la respuesta a dos interrogantes básicos:  ¿Qué es la masonería? Y ¿Quién es el masón?

Varias son las formas en que se describe a la francmasonería, dicen algunos que es una asociación filosófica, otros la llaman una orden caballeresca, a veces se le denomina una religión, hay quienes creen que es una asociación política, etc.

       Es grande la confusión que reina entre lo que es y lo que no es la masonería, los profanos, aquellos que no han tenido relación con sus misterios, pueden considerarla como una religión o como un partido político, en un burdo entendimiento de esos términos, de lo que no hay cosa más errónea, aunque como concepto abstracto puede tener algo de verdad.

            Los neófitos, aquellos que acaban de iniciar su vida masónica, generalmente entienden a la masonería como una asociación filosófica, pues su base es el estudio del individuo en torno a la filosofía moral y de los principios sociales en torno a la justicia y a la virtud.

Los no tan nuevos, suelen comprender a la masonería como una orden caballeresca, iniciática, por su estructura y el misticismo de sus enseñanzas, pero, ¿qué tanto tiene de cierto esto?

            La masonería, más que una religión, a pesar de su pretensión de re-ligar, re-conectar al hombre con el universo por medio de la revelación de la gran luz y la transmisión de los misterios, más que una asociación filosófica, a pesar de la intensa carga de conocimientos morales y principios sociales que transmite, más que una orden caballeresca a pesar de su estructura, es, en realidad, una forma de vida.

Pero, para comprender plenamente la pregunta ¿qué es la masonería? Debemos antes responder otra pregunta corolaria ¿quién es el masón?

Usando negativos, sabemos lo que NO es un masón: masón no es aquel que termina un ritual de iniciación o exaltación ancestralmente establecido, no es aquel hombre que acude regularmente a las sesiones de su logia, masón no es el que más medallas y diplomas de la fraternidad guarda con celo en sus sagrados aposentos.

Grande es el error al confundir lo anterior, así, se ha llegado a considerar, contrario a toda recta idea de la masonería, que entre más ritos se practiquen, entre más títulos se posea, entre más grados se adquiera, más masón es un hombre.

Sin embargo, Masón es aquel individuo que, con convicción y vocación, vive cada instante de su vida y toma cada decisión de su existencia basado en las pautas que establece la libre masonería.

Y, ¿cuáles son las pautas de la libre masonería?

Realmente, el reconocimiento como masón radica en personas que consagren su existencia a la práctica de las virtudes, a la búsqueda de la verdad, y la vida en fraternidad. Moral, ciencia y virtud, los puntos angulares de la francmasonería. ¿Acaso alguien se atrevería a negarle el carácter de tal a cualquier hombre que viva bajo estas pautas? Aún sin nunca haber pisado una logia simbólica, aún siendo de los conocidos masones sin mandil.

O, en su caso, ¿alguien se atrevería a afirmar de aquel que vive presa de sus vicios, de la ignorancia y sumido en la hipocresía que es un masón? ¿No acaso es lo que llamamos profano con mandil?.

La logia no es más que el símbolo del universo, de ahí su nombre, la logia simbólica es denominada así porque simboliza al universo, la verdadera logia es lo simbolizado, es el universo en sí, el mundo, y nuestro ser, lo existente en sus dos dimensiones: tiempo y espacio, a la luz de la conciencia.

Y así, la diferencia entre lo sagrado y lo profano no recae sobre un edificio, un salón, o un horario en especial, radica en la conciencia y la percepción que de esto den los iniciados. No hay amuletos ‘consagrados’ o rituales que hagan una cosa o persona más sacra o profana que otra, más allá del grado de conciencia en torno a la gran luz de cada individuo en particular.

Efectuar un ritual de iniciación no nos hace iniciados, sino el momento en que realmente tomemos plena conciencia de lo que la gran luz representa, para esto debemos antes haber pasado por una cámara de reflexiones, no la simbólica, la real, en nuestro interior, en la que se nos despoje de los metales y nos hagamos las preguntas de un triangular.


El despojo simbólico de los metales se lleva a cabo en la vida real con el despojo del ego de las personas, alimentar el ego nos hace cada vez más difícil el despojarnos de los metales, y, así, lograr la iniciación.

“Ámame u ódiame, pero piensa en mi”, reconóceme, es el principio básico del ego. Títulos innecesarios, reconocimientos sociales, honores inmerecidos alimentan el monstro que nos aleja de la iniciación. Es sólo aquel que se ha despojado de su falso yo y se ha hecho las preguntas de la luz ¿Qué me debo a mi mismo, a mis semejantes y a la trascendencia? quien está listo para recibir su iniciación.

Al alejarse de los vicios, practicar las virtudes, conocer las respuestas a estas interrogantes, y reconocer las herramientas con las que por naturaleza cuenta, es cuando se puede verdaderamente decir que una persona es masón.

Nos llamamos hombres libres y de buenas costumbres, pero debemos dejar de ser masones de papel, de nombre, nos hemos encadenado tanto al culto del simbolismo que olvidamos que ni el símbolo ni su abstracción son realidades, la labor del masón es conocerlas no como fin, sino como medio para llevarlas a la práctica.

Es la práctica de la masonería el fin último del masón, pero la masonería simbólica no es la masonería, como esa espada no es la rectitud, sólo el símbolo que la representa.

No hay tal diferencia como el masón simbólico y el masón operativo, esa farsa debe ser superada, el simbólico no existe, el símbolo no es real, se es o no se es, las contradicciones no pueden existir.


Es un asunto importante, de lo cual me tomo el tiempo de llamar la atención de mis hermanos. 

Es cuanto. 

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